miércoles, junio 6


Lo que a mí me interesa es presentar
la realidad y si la presentación
puede ser chistosa está muy bien.”

Jorge Ibargüengoitia, entrevista Mar. 1978.


Introducción

El presente trabajo “La Cómico como representación de la realidad en Relámpagos de Agosto de Jorge Ibargüengoitia”, pretende de describir examinar algunos aspectos cómicos del personaje General Guadalupe Arroyo. Reconociendo que el discurso cómico del personaje, desprende un reflejo fidedigno de sus verdaderas causas y no las que la historia lo ha malmirado.

Aspectos generales
El caso del escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia es conocido por su obra y su trágica muerte. Relámpagos de Agosto (Premio Casa de las América 1964) es la primera novela de Ibargüengoitia después de tantos años en la dramaturgia.

“Según” Relámpagos de Agosto, después de la Revolución Mexicana aparece la disputa de los generales por el poder presidencial. Las batallas pasaron del campo bélico al político, invirtiendo el progreso por las armas. El General Guadalupe Arroyo cumple como quimera del Mexicano Revolucionario; no tiene duda que el poder debe ser suyo. La revolución mexicana es una ficción, ninguno de los generales que representan el símbolo patrio de México sabia que devenía.
La Parodia de la Revolución Mexicana
La revolución mexicana, joven aun, es un la columna vertebral de la actualidad. El proyecto de nación que los caudillos de la revolución deseaban, nos dice los libros de historia, es el que hoy vivimos. Qué tan cierto es, sí los caudillos de la Revolución no hubieran muerto entre asesinatos y atentados, la actualidad fuera distinta.
La historia de la Revolución Mexicana es un tema solemne que no deja de serlo sí se le agrega una chispa de humor.

Detrás del humor y de la sobriedad del discurso histórico, se viertes diferentes rubros, porqué Ibargüengoitia rompe con la tradición grandilocuente de los caudillos, y que tan cierto será que los generales y los políticos tenían un proyecto de nación con la caída del Porfiriato.
El humor que desprende el discurso del General Guadalupe Arroyo, no es sólo por el carácter tan inmutable que tiene para después accionar con un instinto tan pueblerino. Al principio de la obra, cuando México vivía una etapa de esperanza después de las múltiples batallas de la Revolución, el General Arroyo recibe una Carta de su amigo y ahora presidente electo Marcos González, donde le pide que vaya a México para que se hiciera cargo de su Secretaría Particular:
“Como se comprenderá me desprendí inmediatamente de los brazos de mi señora esposa, dije adiós a la prole, deje la paz hogareña y me dirigí al Casino a festejar” (Ibargüengoitia, 12)

El humor interviene porque en la primera se había leído, “Disfrutaba yo de las delicias de la paz hogareña…” (Ibargüengoitia, 11). Entonces “la paz hogareña” para el General Arroyo deja de ser una circunstancia que había disfrutado como buen hombre y termina como un objeto que pasa a un segundo plano, al igual que su familia y la prole, para ir a la taberna a festejar.

La configuración del personaje del General Arroyo, se pronuncia desde el comienzo en la ficticia dedicatoria del libro "A Matilde, mi compañera de tantos años, espejo de mujer mexicana…" (Ibargüengoitia, 8), lo que Ibargüengoitia propone es jugar con el discurso.
Estas formas retóricas del discurso, la dedicatoria en particular, le proporciona verosimilitud al fecharse. A continuación en la siguiente pagina aparece el prologo (Pág. 9) donde el mismo General justifica que la historia es de él pero la escribe Ibargüengoitia.
Esta parodia del lenguaje es un reflejo total del Boom hispanoamericano. Para Ibargüengoitia detrás de la historia de la Revolución hay un porcentaje de folclor: un dato pintoresco para burlarse de él, sin amargura y sin vehemencia. Esté acierto es un aspecto donde el autor fue peregrino.

Pero, porqué tratar con cierto humorismo algo tan hermético y oficial, el discurso humorístico no sólo es una burla, tragedias chuscas y reparos que trae la vida.

El General Arroyo, mientras va describiendo lo que realmente sucedió en su vida posrevolucionaria, el humor con el que va relacionando los hechos y las causas, es una indicación en medio del discurso histórico que representa por medio del mismo otro tipo percepción de la realidad, una que conlleva algo íntimo y vivencial, que puede llevar al lector a experimentar puntualmente la situación humana y los conflictos del personaje:

“Yo estaba rasurándome en el gabinete de caballeros, y tenia la cara enjabonada cuando alguien pasó diciendo: ‘se murió el viejo.’… […] el que acababa de nombrarme su secretario particular.
No sé por qué ni cómo fui a dar a la plataforma, con la cara llena de jabón, y desde allí vi un espectáculo que era apropiado para el momento: al pie de una barda estaba una hilera de hombres haciendo sus necesidades fisiológicas” (Ibargüengoitia, 16)

El General Arroyo después de dejar la ‘paz hogareña’ va a la capital y al llegar se da cuenta que su amigo, el presidente electo Marcos González, había muerto de causas naturales. Y no encuentra otra comparación para su sentir que la de un grupo de hombres haciendo sus ‘necesidades fisiológicas’.

Los reproches que le da la fortuna a lo largo de la narración al General Arroyo, vislumbra no sólo la mala suerte que tenía, sino la construcción de la identidad de la posguerra. Como después del asunto militar seguían al filo del fusil algunos círculos de la sociedad mexicana por un poco de poder, y sí es posible todo.

Reloj no marques las horas…
El caso del reloj extraviado es muy importante analizar, ya que es determinante en la trama. Para encontrar una configuración precisa del General Guadalupe Arroyo seguiremos el trazo del reloj extraviado.
El reloj al que se refiere, es al reloj del difunto presidente electo Marcos González que había fallecido. Al llegar el General Arroyo al velorio de su amigo, la viuda de González lo llama a privado:

“—¿Sabe cuáles fueron sus ultimas palabras?
Yo le contesté que no, naturalmente. Entonces, ella me hizo una de las revelaciones más sorprendentes que haya yo tenido nunca:
—‘Quiero que mi reloj de oro sea para Lupe.’ Para usted.” (Ibargüengoitia, 19)

El General Arroyo se sentía emocionado por las ultimas palabras del Jefe fueron para él, el éxtasis. Hasta que la viuda tristemente le confirma que le hubiera dado el reloj con todo gusto pero ha desaparecido, y que Pérez H. había sido el ultimo en entrar a ver al difunto y que era sospechoso del robo.

El General sentía que debía vengar esa afrenta, no tanto por el robo sino porque le estaba quitando la última voluntad a un venerable difunto, que el reloj fuera de él. La viuda de González le pide paciencia y el pospone su furia. Al morir Marcos González, había que elegir a otro presidente para un país huérfano, la reunión seria después de las actividades fúnebres.
Cuando Marcos González fue enterrado ya era de noche, y el General Arroyo se perdió y buscaba una salida:

“Vagué desesperado buscando la salida (no porque me dé miedo un panteón de noche, sino porque no tenia intenciones de pernoctar en tan incómodo recinto)” (Ibargüengoitia, 28)


Y a lo lejos observó a una persona que llevaba una linterna y lo alcanzó. Al llegar se dio cuenta que era ni más ni menos Pérez H. acercándose sin decir palabra, Pérez H. lo saluda y el General Arroyo sin decir más le pregunta por el reloj. Pérez H. extrañado le pregunta cuál reloj a lo que el General le reclama: “el que te robaste”.

El General Arroyo al ver la negativa de Pérez H. lo tira en una tumba recién cavada y lo abandona en el cementerio ya entrada la noche.

A lo que continúa:

“Éste fue el segundo mandoble que me asestó la Fortuna, porque al día siguiente, la Cámara, en sesión plenaria de emergencia, nombró Presidente Interino a Pérez H.” (Ibargüengoitia, 29)



El General Guadalupe Arroyo, es un personaje que se representa victima de la Fortuna, el hilo narrativo del reloj es crucial en los hechos que desencadenan el argumento del personaje. Después de la decisión de la Cámara, el personaje se enorgullece, y trata de dignificar su honor. Para el General Arroyo, Pérez H. es un ladrón y merecía lo del cementerio y más, no importa que fuera el presidente de México, Pérez H. es un ratero.

El General Arroyo al regresar al hotel donde estaba hospedado se encuentra con correspondencia de la viuda de González:

“Estimado Don Lupe:

Aquí le mando el reloj del Finado. Lo encontré en uno de los cajones de la cómoda grande. No sé por qué lo metí allí. Salude a Matilde de mi parte.
Soledad E. de González”
(Ibargüengoitia, 36)

Las causas por las cuales el General Arroyo actuaba como tal eran, a su parecer, justas, y el siendo un hombre ‘integro’. Sus argumentos eran justos. Empero Relámpagos de Agosto permite reconocer que los caudillos de la revolución como seres humanos tenían luchas interiores que ponían en riesgo a cada instante la empresa de nación. Quizá esa sea una de las razones por las cuales cada uno de ellos fueron asesinados.

El proyecto de nación
Dentro de los altibajos de la peripecias de lo generales revolucionarios, podrían identificarse algunos con los históricos. Sin embargo Ibargüengoitia no pretendía hacer una novela histórica. Esto se aprecia en la Nota Explicativa de la última parte (Ibargüengoitia, 131).
La revolución mexicana al parecer no era un proyecto estabilizador, sino un cambio de poderes. La lucha armada todavía seguía siendo un factor determinante y no había un contento poblacional.
Conclusión
La posrevolución trajo una desgracia masiva, tuvieron que morir todos los caudillos para que el país se estableciera. La función de formar un México moderno, y con lo cual el ahora contemporáneo, es el resultado del encadenamiento de errores estratégicos de los caudillos.
Ibargüengoitia por medio de las memorias del General Arroyo, desmitifica de cierto modo la historia oficial de la Revolución Mexicana. Sin embargo, el sentido humorístico que desprende de su discurso deja entre ver el verdadero General Mexicano. Las necesidades personales y sus ambiciones. La historia es una novela oficialiaza, cuyos actores son personajes en ocasiones inalcanzables. Ibargüengoitia presenta personajes totalmente humanos, con errores y fortunas. En ese punto radica la genialidad del Autor de Relámpagos de Agosto.

1 comentarios:

Beda Dominguez dijo...

Hola,muy buena pagina,deje tu Blog enumerado para el JUEGO,que inicio Esteban Dominguez.

Saludos.