martes, febrero 3
Eran pasadas las dos de la mañana y antes de llegar casa decidí parar en una estación de gasolina para cargar combustible, así me ahorraría ese tiempo por la mañana y dormiría mas tranquilo (claro, esto sin saber que mi vecino malacopa tiene el sucio habito de salir con su manguerita, un galón vacío de jugo, y unos chicles de menta a mitad de la noche con fines de ordeñar a toda la calle, de ahí el apodo del vaquero).
Regresando al tema, ahora con tanta estafa, que según esto te despachan menos de un litro, que es mejor pedir por cantidad y no por pesos, que tienes que tener cuidado porque paran la camina y le cortan, que tienes que fijarte que los billetes no sean falsos, en fin. Lo de la guerra en Gaza queda corto, cuando uno tiene que esquivar tantos chacales en la calle. Por lo pronto, decidí hacer plática con el despachador.
Tenía abierto el periódico de ese mismo día, y se sentía decepcionado por portada, y es que decía que en un pueblo cerca de la ciudad, el gobierno decidió mandar a dos elementos de policía más, para combatir la ola de violencia. Inmediatamente recordé que en una ocasión en Palomas, un comando armado abrió fuego en medio del pueblo y el comandante y su subordinado, que se encontraban en la comisaría, corrieron rápidamente pero para las celdas a esconderse. –sólo faltaba que hubieran tirado las llaves a la calle- murmuró el empleado.
Le pagué por la gasolina, y mientras iba saliendo de la estación, cuatro policías motorizados llegaron al lugar para cargar sus vehículos, alcancé a escuchar como el individuo con el que platicaba cordialmente los saludaba y nuevamente repetía la misma noticia. Espero que no le hayan tirado la llave.
Regresando al tema, ahora con tanta estafa, que según esto te despachan menos de un litro, que es mejor pedir por cantidad y no por pesos, que tienes que tener cuidado porque paran la camina y le cortan, que tienes que fijarte que los billetes no sean falsos, en fin. Lo de la guerra en Gaza queda corto, cuando uno tiene que esquivar tantos chacales en la calle. Por lo pronto, decidí hacer plática con el despachador.
Tenía abierto el periódico de ese mismo día, y se sentía decepcionado por portada, y es que decía que en un pueblo cerca de la ciudad, el gobierno decidió mandar a dos elementos de policía más, para combatir la ola de violencia. Inmediatamente recordé que en una ocasión en Palomas, un comando armado abrió fuego en medio del pueblo y el comandante y su subordinado, que se encontraban en la comisaría, corrieron rápidamente pero para las celdas a esconderse. –sólo faltaba que hubieran tirado las llaves a la calle- murmuró el empleado.
Le pagué por la gasolina, y mientras iba saliendo de la estación, cuatro policías motorizados llegaron al lugar para cargar sus vehículos, alcancé a escuchar como el individuo con el que platicaba cordialmente los saludaba y nuevamente repetía la misma noticia. Espero que no le hayan tirado la llave.
Etiquetas: Asontantes
Subscribe to:
Comentarios de la entrada (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario