viernes, septiembre 26
Durante la segunda mitad de la década de los sesenta se difundió en México un movimiento literario llamado “la Onda”, formado por jóvenes que pretendían una ruptura con la literatura tradicional a través del lenguaje. Entre los más renombrados, Parmenides García Saldaña, José Agustín, Gustavo Sainz, entre otros. Compartían además de la precocidad el compromiso de unificar una generación que avanzaba con pasos agigantados a la nada.
La Literatura de la Onda puede considerarse como la primera literatura mexicana contemporánea plenamente identificada con los jóvenes, que se acerca a sus intereses vitales, sus visiones del mundo, incluyéndolos además, como protagonistas de sus historias.
Cito a continuación una definición de Ignacio Trejo Fuentes:
“La Onda va mucho más allá del cliché idiomático, conlleva connotaciones de mayor envergadura pues retrata gran parte de los modos de vida, inquietudes y propósitos de los jóvenes sesenteros (y posiblemente de los de finales de la década procedente), que podrían resumirse en el concepto de rebeldía ante los modelos sociales, familiares y hasta políticos establecidos. Sí, los onderos enarbolan el estandarte de la inconformidad y se empeñan en azotarla en el rostro de quienes representan los motivos de tal descontento.” (La literatura de la Onda y sus Repercusiones, I. Trejo Fuentes)
Aspectos como la guerra de Vietnam, la desconfianza en la autoridad, el amor como contra ataque de la violencia, influenciaron, sin duda, este movimiento de contracultura; donde a grandes rasgos proponían temas sobre conflictos de la "brecha generacional" entre los jóvenes y la vieja moral conservadora, contra la cultura capitalista fundada en el trabajo y el consumo materia. Cito:
“La realidad social y económica de aquellos años hizo necesario reformular la cuestión de la relación entre el individuo y la sociedad, lo cual llevaba al rechazo de la sociedad de consumo, la enajenación y el desamor.” (Guina, Ed Vervuert, 114)
La mayoría de los cuentos y relatos que se atribuyeron dentro de “la Onda” tenían como protagonistas a jóvenes citadinos que incluían en su forma de expresarse el ritmo de la música pop y un gran manejo de ironía, humor y albures. Se caracterizaban por el júbilo desenfrenado hacia el placer y por otro lado la caída en estados límite de la conciencia y la existencia humana.
Catalina Martines García comenta en su ensayo Ubicación de la obra de Gustavo Sainz en movimientos literarios del siglo XX:
“La Onda trama sus narraciones y relatos en un dibujo complejo de simbologías y alegorías antimíticas, que tienen referentes múltiples en la literatura culta y a la vez en la cultura popular contemporáneas.”
En contexto, la literatura de “la Onda” buscaba desarrollar un nuevo tipo de lenguaje realista que apelara más a los sentidos que a la razón y que aludiera sin inhibiciones al erotismo, fiestas, a la verdadera vida de ciudad y formas idiomáticas de lenguaje.
El narrador de “la Onda”
El lenguaje que emplea el narrador de la Onda para enunciar las actividades de los personajes, las situaciones decadentes y tan llenas de realismo, se alimentan de las jergas de los ambientes más marginales, reflejando nuevas experiencias y aires de renovación dentro de la narrativa mexicana.
El narrador de la onda su única herramienta que lo distingue y lo singulariza por sobre la literatura contemporánea de ese periodo, era su lenguaje. Recoge los usos de la calle mediante su manera única de combinar las palabras, de transgredir incluso la sintaxis normativa, estimula una nueva percepción del mundo y de los términos que lo designan; renuncia a los lugares comunes y a los tópicos que transmiten, precisamente, una visión vulgar y simplista de las relaciones entre los seres humanos.
El lenguaje literario del narrador de la Onda es totalmente urbano, en él abundan los trazos de México. Es un lenguaje que deja oír el palpitar de la ciudad que se percibe en los ruidos de las calles, en las aglomeraciones de las estaciones del metro, en los gritos de los bares, de las plazas públicas y de las cárceles.
El sujeto-personaje
El sujeto de la Literatura de la Onda, es un individuo insatisfecho, con un grado de conciencia que va en un proceso ascendente. Es destacable que al igual que el Narrador, el sujeto, utiliza un lenguaje popular, es un lenguaje muy directo y cargado de anglicismos.
Citando a Inke Gunia:
“A los protagonistas de José Agustín y Gustavo Sainz [representantes de la Onda] , el mundo de sus padres les parece falso y mentiroso, de instintos sexuales públicamente reprimidos y una religiosidad reducida a formulas y rituales exánimes; un mundo en que las apariencias valen más que el verdadero ser.” (Guina, Ed Vervuert, 117)
No eran sólo personajes arquetipos y desarrollados en base a un modelo, el sujeto-personaje trascendía de los libros y se representaba al lector como espejo de su situación histórico-social; el reflejo y proyección de la realidad en la literatura de la onda no podía ser más evidente.
Son personajes que rompen toda subordinación a la autoridad; el individuo se destaca siempre con una necesidad de buscar su identidad, aun sin embargo, sin conocer el camino para encontrarla. No hay vuelta de hoja. La amenaza de perder la identidad estaba muy cerca.
El sujeto-personaje se ve enfrentado a lo real, al mundo exterior; por tal motivo la lectura se convierte muy conversacional, ellos deciden que es lo que van a contar y determinan el curso narrativo de la obra. Es indudable que el personaje es la representación de una generación de televisión, del rock y de la liberación sexual, tal motivo, ocasiona que pierda ese vínculo sus raíces, prefiriendo entregarse a una “subcultura”, de aventuras y encuentros en el mundo exterior, sin orden y sin tiempo.
Resulta el caso que los personajes viven de manera muy apresurada, causando que los límites temporales se borren o se pierdan, entre la ensoñación, la fantasía y la realidad. La distancia entre el presente del narrador y lo narrado parece haberse reducido hasta un mínimo, de modo que surge la impresión de simultaneidad.
A manera de conclusión, la literatura de la Onda, describió y retrató un momento histórico específico de México. Todos los textos que aparecieron dentro de este movimiento se integraron a un modelo social, provocando un proceso de toma de conciencia en los adolescentes, justamente cuando México se encontraba en una crisis de nacionalismo. Los procesos culturales han cambiado, al igual que el literario.
El establecimiento y la búsqueda de una identidad no es algo nuevo, sin embargo, la literatura de la Onda, profundizó dentro de un sistema con la declama de una nueva revalorización en la relaciones individuo-sociedad, y una percepción de conciencia critica frente a una enajenación de la sociedad.
La Literatura de la Onda puede considerarse como la primera literatura mexicana contemporánea plenamente identificada con los jóvenes, que se acerca a sus intereses vitales, sus visiones del mundo, incluyéndolos además, como protagonistas de sus historias.
Cito a continuación una definición de Ignacio Trejo Fuentes:
“La Onda va mucho más allá del cliché idiomático, conlleva connotaciones de mayor envergadura pues retrata gran parte de los modos de vida, inquietudes y propósitos de los jóvenes sesenteros (y posiblemente de los de finales de la década procedente), que podrían resumirse en el concepto de rebeldía ante los modelos sociales, familiares y hasta políticos establecidos. Sí, los onderos enarbolan el estandarte de la inconformidad y se empeñan en azotarla en el rostro de quienes representan los motivos de tal descontento.” (La literatura de la Onda y sus Repercusiones, I. Trejo Fuentes)
Aspectos como la guerra de Vietnam, la desconfianza en la autoridad, el amor como contra ataque de la violencia, influenciaron, sin duda, este movimiento de contracultura; donde a grandes rasgos proponían temas sobre conflictos de la "brecha generacional" entre los jóvenes y la vieja moral conservadora, contra la cultura capitalista fundada en el trabajo y el consumo materia. Cito:
“La realidad social y económica de aquellos años hizo necesario reformular la cuestión de la relación entre el individuo y la sociedad, lo cual llevaba al rechazo de la sociedad de consumo, la enajenación y el desamor.” (Guina, Ed Vervuert, 114)
La mayoría de los cuentos y relatos que se atribuyeron dentro de “la Onda” tenían como protagonistas a jóvenes citadinos que incluían en su forma de expresarse el ritmo de la música pop y un gran manejo de ironía, humor y albures. Se caracterizaban por el júbilo desenfrenado hacia el placer y por otro lado la caída en estados límite de la conciencia y la existencia humana.
Catalina Martines García comenta en su ensayo Ubicación de la obra de Gustavo Sainz en movimientos literarios del siglo XX:
“La Onda trama sus narraciones y relatos en un dibujo complejo de simbologías y alegorías antimíticas, que tienen referentes múltiples en la literatura culta y a la vez en la cultura popular contemporáneas.”
En contexto, la literatura de “la Onda” buscaba desarrollar un nuevo tipo de lenguaje realista que apelara más a los sentidos que a la razón y que aludiera sin inhibiciones al erotismo, fiestas, a la verdadera vida de ciudad y formas idiomáticas de lenguaje.
El narrador de “la Onda”
El lenguaje que emplea el narrador de la Onda para enunciar las actividades de los personajes, las situaciones decadentes y tan llenas de realismo, se alimentan de las jergas de los ambientes más marginales, reflejando nuevas experiencias y aires de renovación dentro de la narrativa mexicana.
El narrador de la onda su única herramienta que lo distingue y lo singulariza por sobre la literatura contemporánea de ese periodo, era su lenguaje. Recoge los usos de la calle mediante su manera única de combinar las palabras, de transgredir incluso la sintaxis normativa, estimula una nueva percepción del mundo y de los términos que lo designan; renuncia a los lugares comunes y a los tópicos que transmiten, precisamente, una visión vulgar y simplista de las relaciones entre los seres humanos.
El lenguaje literario del narrador de la Onda es totalmente urbano, en él abundan los trazos de México. Es un lenguaje que deja oír el palpitar de la ciudad que se percibe en los ruidos de las calles, en las aglomeraciones de las estaciones del metro, en los gritos de los bares, de las plazas públicas y de las cárceles.
El sujeto-personaje
El sujeto de la Literatura de la Onda, es un individuo insatisfecho, con un grado de conciencia que va en un proceso ascendente. Es destacable que al igual que el Narrador, el sujeto, utiliza un lenguaje popular, es un lenguaje muy directo y cargado de anglicismos.
Citando a Inke Gunia:
“A los protagonistas de José Agustín y Gustavo Sainz [representantes de la Onda] , el mundo de sus padres les parece falso y mentiroso, de instintos sexuales públicamente reprimidos y una religiosidad reducida a formulas y rituales exánimes; un mundo en que las apariencias valen más que el verdadero ser.” (Guina, Ed Vervuert, 117)
No eran sólo personajes arquetipos y desarrollados en base a un modelo, el sujeto-personaje trascendía de los libros y se representaba al lector como espejo de su situación histórico-social; el reflejo y proyección de la realidad en la literatura de la onda no podía ser más evidente.
Son personajes que rompen toda subordinación a la autoridad; el individuo se destaca siempre con una necesidad de buscar su identidad, aun sin embargo, sin conocer el camino para encontrarla. No hay vuelta de hoja. La amenaza de perder la identidad estaba muy cerca.
El sujeto-personaje se ve enfrentado a lo real, al mundo exterior; por tal motivo la lectura se convierte muy conversacional, ellos deciden que es lo que van a contar y determinan el curso narrativo de la obra. Es indudable que el personaje es la representación de una generación de televisión, del rock y de la liberación sexual, tal motivo, ocasiona que pierda ese vínculo sus raíces, prefiriendo entregarse a una “subcultura”, de aventuras y encuentros en el mundo exterior, sin orden y sin tiempo.
Resulta el caso que los personajes viven de manera muy apresurada, causando que los límites temporales se borren o se pierdan, entre la ensoñación, la fantasía y la realidad. La distancia entre el presente del narrador y lo narrado parece haberse reducido hasta un mínimo, de modo que surge la impresión de simultaneidad.
A manera de conclusión, la literatura de la Onda, describió y retrató un momento histórico específico de México. Todos los textos que aparecieron dentro de este movimiento se integraron a un modelo social, provocando un proceso de toma de conciencia en los adolescentes, justamente cuando México se encontraba en una crisis de nacionalismo. Los procesos culturales han cambiado, al igual que el literario.
El establecimiento y la búsqueda de una identidad no es algo nuevo, sin embargo, la literatura de la Onda, profundizó dentro de un sistema con la declama de una nueva revalorización en la relaciones individuo-sociedad, y una percepción de conciencia critica frente a una enajenación de la sociedad.
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